A medio camino entre el Valle del Jerte y la Vera encontramos esta pequeña localidad de algo más de 500 habitantes. Tiene tres accesos posibles: Bajando desde Piornal por la carretera de Pasarón, desde El Cabrero por una sinuosa carretera que recorre una distancia de aproximadamente 6 kilómetros o directamente desde Plasencia, tomando primero la desviación a la Vera y a pocos kilómetros el cruce que nos conduce a través de una tortuosa carretera comarcal hasta nuestro destino.
Sus inicios están muy ligados a los de El Cabrero, y al igual que este también fue considerado barrio de Piornal durante muchos años. En un principio los pastores bajaban de Piornal buscando los verdes pastos, evitando las nieves y las inclemencias meteorológicas propias de la época invernal. (debemos recordar que Piornal es el pueblo situado a mayor altitud de todo Cáceres y de Extremadura). Las primeras chavolas pronto se convirtieron en humildes casas y por último en viviendas que formaron un núcleo urbano homogéneo que pasó a depender de Piornal.
El encanto de este pueblo tiene mucho que ver con el enclave en el que está situado. Se encuentra en una zona escarpada de un pequeño valle orientado hacia la Vera. Un verdadero mirador desde donde deleitarse con magníficos paisajes e ideal para un paseo contemplativo. En algunos puntos de la carretera que cruza el pueblo, podemos sufrir auténtico vértigo. El escabroso y accidentado paraje donde se sitúa ha moldeado un casco urbano con tintes pintorescos, de callejuelas estrechas y en pendiente. En el encontramos casas construidas a base de mampuesto, propias del ámbito serrano y otras, de entramado de adobe y madera, más ligadas a la arquitectura popular del valle, algunas de ellas hoy rehabilitadas como casas rurales. Sin duda alguna, el edificio más sobresaliente es la iglesia parroquial, dedicada a San Sebastián. Situada en la parte alta del pueblo, justo por encima de la Plaza Mayor, emerge notoriamente, merced a su esbelta torre. Podemos acceder al interior del templo por tres puertas distintas. La de mayor interés se sitúa en la Epístola, con arco de medio punto construido en el siglo XVI. Conviene destacar la cúpula de media naranja del siglo XVIII, además del retablo mayor, en la que los artesanos locales, los hermanos de La Inzeira Velasco, dejaron su impronta barroca. También merece la pena visitar la ermita de Nuestra Señora del Viso, edificio popular del siglo XVIII.
|