Al salir de Plasencia, tomamos la N-110 que recorre el Valle. A unos 16 Kilómetros de distancia encontraremos el cruce que nos lleva hasta el Torno. Nada más tomar el desvío tendremos que cruzar el río Jerte, justo en este punto podemos realizar una parada y disfrutar de un buen baño en el charco llamado “El Benidor”. También hay un chiringuito estupendo. Para llegar al Torno solo resta una ligera subida de aproximadamente 6 Km.
El Torno está situado sobre la falda de los montes de Tras la Sierra a 769 metros de altura. Desde aquí la vista del Valle del Jerte es sencillamente maravillosa, ya no tanto por su altitud, como por la posición estratégica en la que se encuentra. No en vano, es conocido como “el mirador del valle”. En días claros nuestro ojos pueden alcanzar desde Plasencia hasta el puerto de Tornavacas. Desde aquí se contemplan con absoluta nitidez los pueblos de Las Casas del Castañar y El Cabrero, ubicados en la “otra falda del valle”.
Está situado en un rellano a media ladera de una de las abruptas vertientes orientales de los montes de Tras la Sierra, y como la mayorías de estos pueblos serranos, la disposición de sus calles está condicionada por su accidentada topografía que le rodea. Aunque todo el núcleo original de la población bien merece un relajado paseo, la arquitectura original de la zona cobra su máxima expresión en las construcciones de piedra, adobe, aleros, y solanas del entramado de callejuelas que encontramos justo por encima de la plaza principal. Su Iglesia, dedicada a la Virgen de La Piedad y levantada con aparejo de mampostería vista y sillares graníticos de refuerzo, fue construida a mediados del siglo XVI y reformada posteriormente en los siglos XVII (la torre), XVIII (arcos fajones interiores) y en el XIX (varias modificaciones en el interior). En su interior destaca el retablo mayor, obra barroca de aproximadamente 1740, en cuyo único cuerpo cobija una talla de la titular fechable en el siglo XV (esto último es copia literal).
El paso del hombre prehistórico por el Valle del Jerte ha dejado en este término municipal multitud de pruebas que así lo constatan. Por una parte la gran variedad de utensilios de piedra tallada que han ido apareciendo esparcidos por todo el territorio (restos de hachas, puntas de lanza, utensilios de molienda...). Por otra, las tumbas antropomorfas (en forma de hombre) halladas en las fincas “El Mojigato”, “Romannejo” y “Prado Camacho”, fechadas en la edad de hierro, y de similares características a los restos encontrados en el vecino pueblo del Rebollar. La huella romana se deja ver por columnas que se han descubierto en la finca de "Romannejo". En los cerros de "La Butrera" y "los Viñazos" quedan restos de un tejar árabe.
Escuchamos de los lugareños la historia del “Tío Picote”. Cuenta de él que era un experto cazador de alimañas, hábil y práctico en la sorpresa y un consumado estratega. Cuando las tropas napoleónicas se dispusieron a tomar toda la comarca, El “tío Picote”, ayudado por su hija y los vecinos de la localidad, preparó la defensa del pueblo. En un alarde de valor mantuvieron en jaque, durante varios de los intentos de ocupación, a las tropas del general Soult. Éste, humillado por un puñado de serranos, se tomó cumplida venganza prendiendo fuego al municipio, en el mismo mes y año en el que también harían arder la población de Jerte: agosto de 1809.
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